lunes, 31 de agosto de 2009

Parte II “Si de Herrar se trata, Errar también es humano”








Nelson Pinto
Segunda Parte: La controversia

Si difícil fue escribir la primera parte, ésta lo será un poco mas, porque como se acostumbra a decir, ahora me “meteré en las patas de los caballos”. Quisiera recalcar antes de continuar que esta sigue siendo la visión personal de un estudioso y apasionado del tema y no la de un profesional del área, son ellos los responsables de liderar los futuros cambios que beneficien a nuestros caballos, esto representa solo un pequeño aporte o el sentir de los amantes de los caballos y cuyo valor radica en que contiene una valiosa recopilación de información a la cual se suma a la experiencia personal.
Ya vimos parte de la historia del Herrero la cual lamentablemente no ha estado exenta, a lo largo de su historia, de tratamientos agresivos, mutiladores e inva-lidantes, porqué entonces después de mas de dos mil años todavía seguimos escuchando y leyendo similares controversias, ¿qué pasó con el desarrollo y el progreso de las ciencias? , si ha sido la misma técnica de “clavar herraduras en los cascos ”, que se ha venido repitiendo de generación en generación durante siglos ¿donde radicaría el problema?, ¿qué la hace tan complicada?.
Parece simple clavar una herradura en un casco, solo hay que tener cuidado de no colocar los clavos en zonas sensibles, dicen algunos. Entonces, volvamos a pre-guntarnos, ¿Porque es tan complicado herrar?, ¿No han sido suficiente mas mil quinientos años de herraje para poder entender algo que se hace rutinariamente cada 40 días , en cuatro cascos por cada caballo?. Al parecer esto va mas allá del simple hecho de clavar. O tal vez el buen Dios no pensó en la posibilidad de colocar herraduras clavadas en los cascos porque su diseño original contemplaba un órgano perfecto en diseño y función.
¿Por qué hablamos de un órgano? Cuando pareciera al ojo no avezado que el casco es una estructura inerte sin mayor función que la de soportar el peso del caballo y permitirle desplazarse. En la tercera parte veremos en extenso el significado de tal inter-rogante.
Por ahora debemos regresar nuevamente en el tiempo para poder comprender porque tanta controversia sobre este tema. Comenzaremos por algo que parece simple como: ¿cuál es la forma correcta del casco?, ¿cuáles son los ángulos correctos?, ¿es igual un casco anterior (mano) con un casco posterior (pata)?.













En el pasado, se postularon varias teorías que se popularizaron sin haber sido científicamente comprobadas, incluso algunas fueron por largo tiempo establecidas co-mo norma. Entonces, ¿Cómo establecer el correcto ángulo?, ¿Cómo medir un correcto ángulo?, ¿Como es que alguna vez se acepto como correcto un ángulo de 45º ?, y por último ¿Sabemos realmente cuáles son los ángulos correctos?.
Veamos como se inicia esta historia: Los primeros registros sobre la angula-ción de los cascos se remontan a Simon de Atenas (430AC) y Xenofonte (380AC). Am-bos insisten en que no debe existir contacto entre la ranilla (estructura central y posterior del casco) y el suelo. Xenofonte dice “ .... cuando se compra un caballo... lo primero que se debe observar son sus cascos.... Los talones altos, mantienen lo que es llamada ranilla lejos del suelo, en cambio los caballos de casco corto caminan con la parte dura y blanda del casco al mismo tiempo.......”.
Nótese que no existen cambios frente este argumento por los próximos 2000 años hasta mediados del siglo XVIII todos los autores reconocidos recomiendan un án-gulo alto.
En 1556, Blundeville recomienda sacar más material de la pinza o dedo (tercio anterior del casco) que del talón (tercio posterior); los talones deben conservarse altos y fuertes (Smith 1976, v1p.176).
En 1585 Clifford dice recortar muy poco los talones, pero recortar bastante en la pinza (Smith 1976.v1, p.101).
En 1664 Solleysel “ ......... advierte enfáticamente que los talones de los pies delanteros no se deben recortar y se deben mantener fuertes...” (Smith 1776,v.1 p.335). Bridges, (1752 ) también dice “ .....un caballo con talones bajos , solo sirve para el arado. Sin embargo a pesar de todo, puede haber sido el primero en hacer una impor-tante observación en que tal vez, los cascos eran demasiado verticales: “Aquellos pies donde el casco es muy alto, los talones fuertes y la ranilla pequeña , no toleraran bien las travesías sobre caminos rocosos y serán mejores para las praderas”.
Luego sucede algo interesante. Lafosse (1754) rompe con más de 2000 años de tradición y experiencias al recomendar todo lo contrario: Un ángulo bajo, herraduras en formas de media luna y presión en la ranilla. Lafosse decía al recomendar su método que “de esta forma se obligaría al caballo a presionar la ranilla, que es el punto de apo-yo del tendón flexor”. Estaba equivocado tanto en la teoría como en la práctica.
La teoría de Laffose de angulo bajo y presión en la ranilla encontró adeptos y retractores. Los master herreros de Paris refutaron públicamente esta técnica de ángulo bajo y herraduras cortas ( Marchaux 1758). Osmer resalta que cuando trató la técnica de Lafosse en sus propios caballos de caza, éstos se resintieron y quedaron cojos de ambas manos, la primera vez que fueron cabalgados. Sin embargo el mismo Osmer preconizaba un angulo bajo, presión en la ranilla y herraduras cortas; pero no tan bajo ni tan cortas (cabe preguntarse entonces, que es, no tan bajo, ni tan corto o no tan alto) de todas ma-neras la técnica de Lafosse se popularizó. Así también en 1791 , Sainbel el primer jefe del Colegio Veterinario de Londres aprobó y siguió la técnica de Lafosse. Sin embargo Smith, acota “ John Lawrence nos relata que Sainbel deja cojos muchos caballos al bajar los talones tan rápido y comete otros errores en el herraje”(1976,v.II p.184). Posterior-mente Sainbel fue reemplazado por Edward Coleman de 1794 a 1839, quien continuó apoyando la teoría del ángulo bajo y presión en la ranilla.
Bracy Clark a pesar de haber leído los estudios de Xenophonte y muchos otros textos históricos que promovían un ángulo alto y sin presión en la ranilla, y a pesar de no tolerar a Coleman , preconizó el contacto de la ranilla con el suelo y por lo tanto un án-gulo bajo.
White (1802) es el primero en establecer que el ángulo del casco debería tener un numero específico o grado. En su libro muestra un casco sobrepuesto en un medidor de ángulos con una inclinación exacta de 45 grados, destacando que éste es el ángulo correcto. De aquí en adelante muchos autores, repitieron el mismo error: Goodwin (1820), Hodgson (1849), Herbert ( 1859) and Fitzwygram (1861), cada uno especificaba 45 grados como el ángulo correcto. Es importante hacer notar que ninguno de estos au-tores era herrero por lo que es poco probable que alguno haya herrado un caballo algu-na vez.
J.W.Winters, llega a preconizar al ángulo mas bajo en su libro “ El caballo en salud y enfermedad” publicado en 1852, recomienda 32 grados en las manos y 35 grados en los posteriores.(Glade y Salzman 1985)
A pesar de toda esta controversia concerniente sobre al ángulo del casco, na-die se preocupó de medir los angulos durante el herraje, no es sino a fines del siglo XIX, donde Fleming es el primero en mencionar, el diseño de un instrumento que per-mitiría medir los ángulos durante el herraje, sobre lo cual acota “hasta ahora se coloca el caballo en una superficie plana y se observa desde unos pasos de distancia para determi-nar los ángulos. Sin embargo para llamar la atención sobre esta materia y evitar errores, he contribuido con un pequeño instrumento (1872,p44)”. Fleming fue además el más racional al sugerir que entre 50 y 60 grados sería un rango apropiado para el ángulo del casco.
Lungwitz creía que el ángulo del casco, debía igualar el ángulo de la cuartilla, no importando cuan bajo fuera este ángulo. De los caballos con que Lungwitz (1891) experimentó solo 3 tuvieron ángulos mayores de 50 grados y dos tenían angulos de 36 grados.
Desde Lungwitz hasta hace poco tiempo hubo pocos cambios o mejoras en el entendimiento de los ángulos del casco. Sin embargo solo en los últimos 25 años se han sugerido algunas reconsideraciones.
Canfield(1966) sugiere que el ángulo adecuado debería fluctuar entre 45 y 65 grados y que el ángulo de la cuartilla y el hombro debieran coincidir. Adams (1974), re-comienda seguir el ángulo de la cuartilla, pero no menor a 45 grados.
Emery, Miller, y Van Hoosen ( 1977), recomienda que solo el hombro debería ser usado como guía , ya que la cuartilla esta sujeta a cambios que la hacen poco confia-ble.
Jaime Jackson (1991) es el único que basa sus estudios en caballos no domés-ticos, estableciendo que el rango debiera ser entre 45 y 65 grados, respetando el creci-miento del casco en salud respecto de la posición de la tercera falange.
Bueno esto solo representa un resumen escueto de uno solo de los parámetros para establecer la adecuada forma del casco. A través de los siglos se han usado muchos métodos, algunos racionales y otro populares para establecer estas angulaciones como : el sonido que emite el casco, como se ve el casco, la presión en la ranilla, grados especí-ficos, un rango de grados, el ángulo de la cuartilla, un rango de ángulos de la cuartilla, el ángulo la cuartilla y del hombro, solo el ángulo del hombro, el ángulo de la tercera fa-lange, etc. Estos factores no se pueden considerar aislados de otros que tambien modu-lan el crecimiento del casco, como: el desarrollo de las diferentes estructuras del casco, el balance, los aplomos, la dieta, las condiciones climáticas, el tipo de terreno, la activi-dad diaria, la disciplina deportiva, la época del año, las condiciones de estabulado y las lesiones. Analizarlos, entenderlos y relacionarlos en detalle me llevo mucho tiempo por lo cual los dejaremos para otras ocasiones ya que no es el objetivo primario de este artí-culo.
Solo para concluir queda claro entonces que por mas de 1800 años de regis-tro del herraje se recomendó un ángulo alto sin presión en la ranilla. Posteriormente por casi dos siglos se recomendó un ángulo bajo con presión en la ranilla. En los últimos treinta años como resultado de una mayor investigación se inclinó la balanza nueva-mente hacia un ángulo alto sin presión en la ranilla, para finalmente en los diez años más recientes volver a considerar un ángulo bajo con presión en la ranilla pero estas vez sustentado en una mayor evidencia científica junto con un acabado y detallado manejo de las estructuras del casco. Demás esta mencionar que existen más de cuatro escuelas o técnicas de herraje, diferentes formas de balance e innumerables técnicas de tratamien-tos con herrajes correctivos.
¿No les parece todo esto un poco o mejor dicho muy confuso?, no es difícil concluir entonces porque a la fecha no existe un consenso claro sobre un tema que pa-recía mas simple, razón por la cual debemos continuar la búsqueda de evidencias con fundamento teórico práctico que no ayuden a dilucidar cual el es la real forma armónica del casco de nuestro caballo, y cual es la forma correcta de mantenerlo en salud, lo cual, me lleva a pensar una vez mas que si de Herrar se trata, tal vez estuve Errado dema-siado tiempo.

Parte I “Si de Herrar se trata, Errar también es humano”








Nelson Pinto C.
” La historia nos permite comprender el futuro”

Difícil comenzar ha escribir este artículo sin pensar en que tal vez, no sea el mas indicado para ello, sin embargo, mi pasión por los caballos me ha llevado a incursionar en áreas que jamás imaginé llegarían a ser parte importante de mi formación , menos aún que pudiera un día compartirlas y divulgarlas con otros amantes de este noble animal y compañero. El único objetivo que persigue esta serie de artículos es llamar la atención sobre un tema que a mi juicio no esta totalmente definido y que corresponde por el bien de nuestros caballos analizarlo mas a fondo.
Mi quehacer profesional me ha permitido tener un base sólida en el área de la investigación científica razón por la cual siempre esta presente en mi diario accionar el cuestionamiento del ¿Por qué de la cosas? , en los últimos años esta inquietud la he volcado con gran énfasis en el mundo de los caballos donde la tradición, la historia, la cultura, las costumbres, y la herencia de generación en generación de alguna forma no siempre ha permitido que estos nobles animales se beneficien del progreso de las cien-cias.
Ejemplos hay varios, lo vemos en la doma racional o con cualquier nombre que se le conozca, el arte de la rienda, la fórmulas de alimentación, y porque no también hoy, deberíamos agregar el Herraje.
Soy un convencido que no existe y menos en la ciencias médico-biológicas la verdad absoluta. La verdad no es más que la suma de nuestras verdades individuales, por lo tanto, debemos estar siempre dispuestos a escuchar y aceptar otras aunque discrepe-mos, ya que pudiera ser y muchas veces lo es que sea cierta, y tal vez, mejor que la nuestra. Es allí entonces donde comienza el progreso. Reza un proverbio chino: “ Cuan-do tu maestro crea ser dueño de la verdad, cambia de maestro”. Que razón motiva esta introducción el solo afán de despertar el interés en un tema que puede llegar a ser muy polémico pero si podemos desarrollarlo sin prejuicios y con altura de mira, entonces cada uno podrá sacar sus propias conclusiones.
Cuando he preguntado porque se hierran los caballos la respuesta siem-pre es la misma, “porque así se ha hecho siempre para protegerles los cascos”, lo cual parece una respuesta convincente y lógica sin embargo, si apreciamos con detalle podremos ver como una vez más la historia, costumbres y tradiciones están presente en ; “porque así se ha hecho siempre”.
Veamos entonces de donde viene el arte de herrar o en que minuto de la histo-ria el “doctor de caballos” paso a denominarse “herrero” o “podólogo equino”.
Lo primero sería preguntarse ¿Quien invento el herraje? o mejor aún ¿ Qué motivo el Herraje de los caballos?. Hán habido muchas especulaciones de cuando se inició la practica de colocar herraduras de hierro fijas con clavos. Libros sobre esta materia han sido escrito por: Gesner (1551); Panciroli (1599); Beckmann (1780); Clark (1831 y 1835); Mgnln (1665); Fleming (1869); Caviglia (1880); Nlcard (1890); Daul (1893); Meyer (1941); y así muchos otros. En textos del siglo 19 se pueden apreciar muchas citas que hacen referencias a herraduras romanas. La Biblia sitúa a Tubal-Cain como el primer artesano en metales alrededor del año 3500 AC. Existe evidencia de la domesticación de caballos alrededor del año 4000 AC (McMiken 1990). Pudiera pensar-se entonces que el herraje puede remontarse a 3500 años AC. Posible pero no probable.
J.P.Mgnin (1865), citado por Fleming (1869), dice: “...situamos la in-vención del herraje alrededor del año 500 AC, es la época del gran desarrollo Druida. Los Druidas estudiaron y enseñaron la estructura del pie del caballo como resultado de los muchos sacrificios que hicieron con estos animales en sus rituales. Acostumbrados a la manipulación de metales y su inteligencia continuamente cultivada por el estudio son los mejores candidatos para ser los inventores del herraje con clavos”. Sin embargo no existe evidencia que sustente esta afirmación.
La falta de evidencia no es una sorpresa. Los druidas se caracteriza-ron por resguardar sus secretos, el hierro era escaso y valioso incluso fue usado como moneda por algunas culturas Celtas, de ahí que el manejo de éste estaba reservado solo para los sacerdotes. Hasta este siglo el hierro nunca se desechaba, se reciclaba conti-nuamente, herraduras se transformaban en clavos y los clavos se reciclaban en arma-mento. Bracy Clark (1831) destaca que en las tumbas reales a inicios de la Edad Media que normalmente contenían varios de sus finos caballos, monedas, joyas y diversas po-sesiones valiosas no se encuentren herraduras aunque si frenos, esto viene a incrementar la incertidumbre de que los caballos hubieran sido herrados a comienzos de este periodo .
Alrededor del año 556 DC el título de Mariskalk se utilizó por pri-mera vez., (marshall o mariscal se ha denominado a los herradores desde entonces). El término Marshall deriva de marhshelk:sirviente de caballos. Los normandos llevaron sus marechals a Inglaterra y el nombre fue pronto anglicanizado a Marshall.
A través de la Edad Media el Marshall frecuentemente se ubicaba por sobre el resto la población y directamente bajo el rey. ¿Qué fue tan especial respecto de estas personas que recibieron un nuevo rango y título?. ¿Habrán inventado algo?.
San Eloy, el santo patrón de los herreros y orfebres, vivió en esta época (588- 660), sin embargo es poco creíble la historia del hombre que le sacaba un pie al caballo, lo herraba y luego se lo volvía a colocar sin dejar una cicatriz. El Corán (610 DC) men-ciona “ .....caballos de guerra .... con grandes destellos de fuego al chocar sus cascos con las piedras. Suena como caballos herrados, pero sin evidencia que los sustente.
En el siglo octavo la probabilidad de que se hubiera instaurado el herraje aumenta notablemente. El desarrollo de los armeros en trabajos de hierro tanto ofensi-vos como defensivos alcanza un gran auge. Cerca del año 790 DC se desarrolla la fundi-dora Catalana con lo cual se aumenta considerablemente la producción y aplicación del hierro (Smith,1966). No es sin embargo hasta el año 910 que encontramos el primer re-gistro escrito sobre herraduras de hierro (Leo VI 910), aparecen en un listado de equi-pamiento para ser llevado por su caballería “circunferencias de hierro y sus clavos”. Seguro se tiene que haber referido a herraduras y sus correspondientes clavos (Clark,1831).
Finalmente con las cruzadas no queda duda, el herraje se populariza a través de Europa. Guibert de Nogent ( citado por Severln 1989), hablando de las Cruzadas es-cribió: “Realmente he visto cosas asombrosas que no dejan de provocar risa: la gente pobre hierra sus bueyes como si fueran caballos”. Las cruzadas finalmente populariza-ron el herraje lo cual también favoreció a los caballos Flemish los cuales fueron des-arrollados para la guerra pero poseían una debilidad al tener cascos débiles y planos co-mo consecuencia de su crianza en los pantanos de las tierras bajas. Las herraduras no solamente servían para proteger los débiles cascos de los caballos sino que también le daban a los caballeros una ventaja sicológica sobre sus adversarios.
El significado del término Herrero ha cambiado dramáticamente a través de los siglos de doctor de caballos a la persona que hierra caballos o en la actua-lidad a podólogo equino ( profesional que previene y trata todo tipo de enfermedades de los cascos y su relación con el resto del cuerpo ).
Es sorprendente la cantidad de tratamientos y remedios encontrados en anti-guos libros de herrería y la poca información sobre el herraje. Esto se debe probable-mente a que históricamente un herrero era un “doctor de caballos”. No es hasta los úl-timos cien años que la personas que hierran se denominaron Herreros.
Existen diferentes opiniones de donde se origina la palabra herrero. Se propo-nen dos fuentes de origen: del latín faber ferrarius (faber: artesano y ferrarius:metal).
La segunda fuente sería de un noble normando y probable doctor de caballos, Henry de Farrariis, quien llego a Inglaterra con William el conquistador en 1066. Am-bas fuentes sin embargo parecen derivar del latín Ferrarius.
La siguiente referencia al herrero es de 1356, cuando el Alcalde de Londres, se vió obligado a reunir a los herreros de la ciudad para crear los “Marshalls de la ciu-dad de Londres” debido a las numerosas agresiones, lesiones y mutilaciones ocasio-nados por los supuestos herreros de la ciudad y sus alrededores.
Posteriormente en un nuevo decreto Carlos II crea en 1676 la hermandad de Herreros de las ciudades de Londres y Westminster. El decreto establecía que habría un Maestro, tres supervisores y no mas de veinte ni menos de diez asistentes. El decreto nombra 49 personas como herreros practicantes dentro de siete millas alrededor de Londres. Uno de los primeros asistentes sería Andrew Snape quien fue herrero de Carlos II y autor del libro “Anatomía del Caballo”
Un gran vuelco en la práctica del herraje se produce el 3 de Marzo de 1796 cuando por orden del Duque de York se solicita al comité de oficiales reunidos en Lon-dres, realizar un reporte sobre varias materias concernientes a la caballería donde se in-cluía, “el Colegio Veterinario, el cual debería dar énfasis en los principios de la practica del Herraje.
En Abril de 1796 el comité emitió el siguiente reporte “ .....El consejo habiendo tomado en cuenta la enorme y constante pérdida de caballos de la caballería debido a la total ignorancia de aquellos que tienen el cuidado médico de ellos, como así mismo, la incompetencia de ese departamento al limitar la posibilidad de procurar per-sonas mejor preparadas en el conocimiento del herraje sugiere que el Colegio Veterina-rio debe realizar un gran esfuerzo para mejorar esta parte esencial del servicio...... Fi-nalmente el 24 de Mayo de 1796 , los coroneles de regimientos de caballería fueron in-formados por el comité de los planes para mejorar la practica del herraje en los cuerpos de caballería. Estos consistían en que : “...una persona perfectamente educada y entrena-da habiendo recibido un certificado del comité médico del Colegio de Cirujanos Veteri-narios deberá ser agregada a cada regimiento con el nombre de Cirujano Veterinario, el cargo será por no menos de siete años .....”. El comité también se vio frente a la disyun-tiva de como llamar a estos nuevos reclutas ya que deseaban diferenciar entre cirujanos de hombres, y cirujanos de caballos por lo que eligieron el nombre de cirujano veterina-rio. El término veterinario viene del nombre romano con que se designaba al hospital de caballos heridos o enfermos “ Veterinarium”, esto se considera como la creación oficial del titulo de Cirujano Veterinario ( Herrero).
El 11 de Febrero de 1887, 213 años después se dicta un decreto se establecería las siguientes modificaciones. “ El comité ahora a cargo considera que es deseable que se abra un registro con los nombres, direcciones, y edades de todos los Master, herreros y aprendices quienes deberán rendir y pasar un examen práctico en el Arte de Fabricar Herraduras y Herrar caballos . En esta época se consideraba a un Herrero como una per-sona que “solo herraba caballos”.
Todos los tratamientos usados por los doctores/herreros de caballos de la épo-ca no evidencian ningún fundamento científico y solo inflingían miseria a los caballos. Las practicas descritas en los libros antiguos sobre herrajes parecen salidas de un libro de terror y debieron haber causado muchas mutilaciones e infecciones secundarias. Fueron estas prácticas las que desprestigiaron la práctica del herraje a una y otra vez a lo largo del tiempo. La creación del Colegio de Veterinarios marca el comienzo del fin de esta antigua y cruel forma de herraje. ¿Pero, fue realmente así ?
“Cabe destacar que en la actualidad en Inglaterra, la práctica del herraje esta estric-tamente controlada por el Consejo de Registro de Herreros. Para llegar a ser un herre-ro registrado toma cuatro años como aprendiz bajo de la supervisión de un profesor de Herraje autorizado, con formación educacional formal y un examen al final de cada año para terminar con un examen final y acreditación práctica al término del cuarto año. Durante estos cuatro años los aspirantes solo pueden realizar herrajes bajo la di-recta supervisión de un tutor autorizado”.
Esta formación dista mucho de la que acostumbramos a observar en nuestro país. Esto pareciera tomar mayor relevancia cuando vemos estudios recientes realizados en nuestra región donde en sus partes concluyentes se relata , J. Belart (2007):
“ESTUDIO DE LA CONFORMACION DE LOS APLOMOS Y CARACTERÍSTICAS DEL HERRAJE, EN UNA MUESTRA DE CABALLOS FINA SANGRE CHILENO, EN LA PROVINCIA DEL BÍO BÍO, CHILE “
“ Del total de animales muestreados se encontró que la gran mayoría presentó herrajes dentro del tiempo adecuado, lo que muestra la preocupación de los propietarios por mantener el buen estado de sus caballos. Sin embargo destaca que de todos lo caballos muestreados solo dos de ellos se encontra-ron bien herrados, ya que se presentaron dentro de lo que corresponde a la definición de herraje ideal.
De los defectos encontrados en el herraje, el que se presentó con mayor incidencia fue el herraje estrecho, principalmente estrecho de pinzas y talones, esto se debe a las características del deporte que realizan, ya que al cruzar los miembros al momento de correr se pueden pro-ducir alcances entre ellos, lo cual pretenden evitar dejando la herradura más estrecha, incluso dejando los talones de las herraduras hacia adentro, esto concuerda con el estudio realizado por Berríos (1995), en el cual también se demuestra que la herradura estrecha es el defecto más encontrado en el herraje del Caballo Fina Sangre Chileno.

Con lo que respecta al clavado de la herradura, se encontró que más de la mitad de los caballos muestreados presentaron clavos muy atrás, esto se debe principalmente al objetivo de que la herradura quede bien fija al casco, evitando así desprendimiento de éstas al producirse alcances entre los miembros. Stashak (2003) hace similar observación y agrega que el clavado muy atrás inmoviliza el mecanismo normal de expansión de los talones lo que favorece al en-castillamiento de los cascos y por ende las podopatologías.

La causa de estos defectos es el escaso conocimiento de los herreros sobre las técnicas de herraje, y lo que es mas preocupante es que exista el convencimiento que todos los herrajes son perfectos, Berríos (1995) en un estudio del herraje en el Caballo Chileno hizo similar observa-ción.”

No encuentran ciertas coincidencias con el informe del comité de Londres de hace mas de trescientos años , irremediablemente la historia se repite una y otra vez hasta nuestros días. Herrar no es solo clavar herraduras, es una ciencia y un arte por tan-to debiera ser enseñada como tal, a quienes deseen practicarla. Afortunadamente hoy existen otras tendencias muy promisorias que pueden a como veremos en el siguiente artículo ser una alternativa real al herraje tradicional.
Estoy muy consiente y no me cabe duda que existen profesionales idóneos y técnicas que en manos capacitadas debieran dar buenos resultados, pero ante mi ingenua ignorancia la realidad para muchos caballos aquí y en en diversas partes del mundo es otra .
Pareciera entonces, que es nuestra obligación y responsabilidad velar por la inte-gridad de nuestro compañeros equinos, ya que los hemos llevado ha depositar su total confianza y absoluta dependencia en nosotros. Por otro lado nosotros somos quienes siempre les exigimos el máximo rendimiento deportivo sin pensar que tal vez ............ solo tal vez ....... si de Herrar se trata ; hayamos errado una vez mas.